La ladrona de leche
A los 8 años de edad, los padres de Alejandro deciden que es el momento idóneo para que este, junto a su gemelo y hermana mayor, conozcan el lugar de origen de sus progenitores y al resto de la familia de ambos, quienes viven dispersos, por diferentes razones, en diferentes lugares de España, pero mayoritariamente en Galicia. Un viaje de ida y vuelta en barco atravesando el Atlántico durante casi 30 días, son el comienzo y el final de una permanencia de varios meses en diferentes pueblos y ciudades de la alicaída y empobrecida Galicia de comienzos de los años 70, la cual vive y compara con su lugar de procedencia aquel niño que descubre que pertenece a más de un mundo y cada uno le dará lo que necesita para saber quién es, de donde viene y adónde irá. Nuevos afectos viviendo diferentes realidades. Viejas y nuevas costumbres que se entrelazan. Melancolías y tristezas que van y vienen en igual intensidad a las alegrías y nuevas emociones, serán algunos de los condimentos de este viaje único visto bajo la óptica, a veces no tan ingenua, de un niño nacido en la Venezuela de enormes potenciales, y un futuro más que promisor, que iba a entender que también tenía mucha herencia fuera de su país y que, a pesar de los contrastes, todo terminaría por formar parte de él.